He observado que en ciertas ocasiones, cuando vemos un anuncio somos «espectadores de contenido», pero pocas veces, o mejor dicho poca gente, percibe el verdadero mensaje que el anunciante quiere transmitir.
El problema es mayor cuando recordamos el anuncio más por el contenido que por la marca que lo publicita. Con el afán de querer destacar, de tener gran notoriedad, la marca se olvida y sólo se recuerda la anécdota o el sujeto del anuncio. Es lo que en publicidad se llama vampirismo, en el que el mensaje y marca son absorbidos por el contenido, en ocasiones espectacular y destacado, pero que finalmente no consigue crear un nexo de recordación y relación con la marca anunciante.
Creo que esto es un problema, porque con los presupuestos publicitarios recortados en tiempos de crisis (generalmente), las agencias de publicidad que quieren acertar con un anuncio destacable y recordable, tienen que hilar muy fino para no fallar. Y en eso sobresale hoy en día la notoriedad publicitaria a mi juicio.
La búsqueda de la popularidad, y en cierta manera del espectáculo para que sea, ya de paso, también publicidad viral, no puede hace que surja el problema de recordación de la marca anunciante de un anuncio.
Hay muchos ejemplos, desde el “Hola, soy Edu, ¡Feliz Navidad!” (de Airtel y no de Movistar, como la mayoría creía según un estudio de Marcas) hasta el famoso “Be water my friend” (de BMW y no de ninguna marca de bebidas).
[smartads]
Por ello, pienso que actualmente el branded content es la nueva estrategia a seguir. La estrategia de “vender experiencias” en lugar de productos, con la finalidad de que la marca sea omnipresente en cualquier asociación y recordación de un anuncio, parte de él, o de una gran campaña multimedia. Ahí es a donde se dirige ahora el marketing publicitario en mi opinión…y bien que hace, si no quiere repetir hechos pasados en los que un anuncio de éxito se asocia a la competencia y no al verdadero anunciante.