Lo ideal en toda historia es empezar por el principio. Toda tecnología tiene un comienzo y el mundo del social media, tal y como lo entendemos en nuestros tiempos, no puede ser menos. Porque, desengañémonos, todo empieza por una sencilla palabra esencial para la humanidad: la comunicación / por Mónica Junca
La comunicación a lo largo de la historia
El hombre es un animal social y como tal se ha comportado desde sus inicios. Añadido a ello, cabe destacar que los seres humanos poseen una estructura cerebral definida que les permite el aprendizaje de lenguas.
Fue el Homo Sapiens, durante la prehistoria, el primer homínido en desarrollar y articular las primeras formas de lenguaje oral. Hablamos, pues, en un principio, de sociedades organizadas totalmente entorno a la tradición oral y que se valían de varias fórmulas para el almacenamiento de tal tradición. Dichas fórmulas mezclaban varias disciplinas como la música, la narración de grandes gestas históricas, o el hecho de dar nombre a lugares o personas. Dentro de este mismo período también cabe destacar una de las primeras formas rudimentarias de comunicación como fueron las llamadas pinturas rupestres, usadas como símbolos en el arte de la caza o para representar escenas cotidianas de la vida de las tribus prehistóricas.
Una vez generalizado el uso de la palabra, las siguientes etapas evolucionaron de una forma más rápida (sin olvidar, por supuesto, la tradición oral). Y es en esta línea donde existen dos grandes teorías sobre el paso de la comunicación oral a la escritura: la teoría de la gran línea divisoria y la teoría de la continuidad.
La primera teoría da una entidad superior al fenómeno de la escritura y se cree que gracias a ella la humanidad ha dado un gran salto cualitativo en su evolución haciendo aumentar, en consecuencia, nuestras capacidades cognitivas. Sin embargo, la teoría de la continuidad defiende que ambos tipos de comunicación (la oral y la escrita) son medios lingüísticos equivalentes y con la misma importancia una que la otra.
Aún así, el poder de la escritura había llegado para quedarse y con ella los primeros vestigios de división social en la humanidad, siendo los miembros más fuertes de las tribus, los primeros en tomar el control de la escritura y, en consecuencia, el poder (posteriormente estos miembros se convertirían en las élites de la sociedad) . Estas élites serían las que pondrían por escrito las primeras leyes que regirían los primeros modelos de sociedad y las que se convertirían en los gobernantes de dicha sociedad. Este modelo es ya claro en sociedades como la mesopotámica o la egipcia, donde pronto la división entre clases superiores y población en general se haría evidente (especialmente con el surgimiento de la esclavitud). Tal modelo seguiría avanzando a través de los siglos y prueba de ello es la sociedad romana que conquistaría toda Europa en su afán de colonización.
Durante la Edad Media, la producción de escritura original no fue muy abundante, y los principales protagonistas fueron monjes y frailes que, desde los monasterios (verdaderos centros de difusión cultural), actuaron como copistas de obras cumbres con el objetivo de difundirlas entre la población. Una de las obras literarias que nos sirve para ejemplificar nuestras palabras es, por ejemplo, “El nombre de la rosa”, de Umberto Eco. Pero la culminación de todo este proceso vino con la invención de la imprenta moderna por parte de Johannes Gutenberg allá por el siglo XV, siendo la Bíblia una de sus primeras publicaciones.
A partir de entonces, la palabra escrita ya era capaz de llegar a cualquier rincón del mundo, y con ella un sinfín de nuevas ideas y las primeras revoluciones sociales que empezaron a vislumbrarse en todo el mundo. Los panfletos eran la voz que los revolucionarios usaban para convencer a la población a rebelarse contra las clases altas que dominaban el mundo, aunque también se valían de su retórica para ganar adeptos en sus teorías. Pensemos, por ejemplo, en el caso de la Revolución Francesa de finales del siglo XVIII.
Los primeros medios de comunicación
Mientras todo seguía evolucionando sin cesar; no había marcha atrás. Los cambios económicos y sociales que se produjeron como consecuencia de esas revoluciones, llevaron al nacimiento y desarrollo de nuevos métodos de comunicación ligados a la electricidad, plantándonos ya a mediados del siglo XIX. Nacían así los primeros telégrafos eléctricos de la mano de Samuel Morse, hecho que supuso una revolución en las telecomunicaciones y, en consecuencia, el nacimiento de la llamada revolución industrial con sede principal en Gran Bretaña.
A los telégrafos les siguieron los teléfonos, la radio y la entretenida televisión en última instancia. Y mientras, a nivel escrito, la máquina de escribir tradicional (inventada por Christopher Sholes en 1872) se hacía hueco para acelerar las comunicaciones y hacer más fácil la tarea de dejar reflejada de forma más rápida las nuevas ideas que iban surgiendo con el paso de las décadas: el hombre ansiaba más conocimientos y una vida más fácil y llevadera.
De las máquinas de escribir tradicionales pasamos a las eléctricas (primer modelo en 1902 – las máquinas dejaban de golpear directamente al papel) y a las electrónicas (se diferenciaban de las demás en que poseían un motor propio), y de estas a algo que cambiaría ya al mundo por completo: los primeros ordenadores, unos artefactos rudimentarios si los comparamos con nuestros actuales equipos, claro. Aunque evidentemente, el uso del ordenador no podía quedar relegado a llevar cuentas, escribir novelas y artículos o manejar una empresa. Era necesario ir un paso más allá, y la mente humana daría lugar a Internet (sigue…)
[smartads]
La llegada de Internet a nuestras vidas Su origen surge en el año 1969 con la creación de una conexión llamada ARPANET que consistía en la conexión de computadoras entre tres universidades en California y una en Utah (Estados Unidos). Durante décadas los protocolos fueron cambiando y adaptándose con el objetivo de convertir esa red en algo público. En 1990 un grupo de físicos encabezados por Tim Berners-Lee crea el código HTML y, con él, el primer cliente web (el World Wide Web, www) y su primer servidor. Nuevos perfiles de usuarios no estrictamente ligados al mundo científico y académico empezaron a hacer uso de la nueva tecnología, y en el año 2006 su volumen alcanzó los mil cien millones de usuarios. A día de hoy, las cifras siguen aumentando y la previsión es que el número de usuarios crezca aún en 2000 millones en tan solo diez años.
El nacimiento de Internet representó la apertura a una fuente inagotable de conocimientos.
Y de igual manera, con los años, se ha conseguido que todo el planeta este conectado a través de esa red y que todos sepamos de todos gracias al nacimiento de las redes sociales a partir del año 2002. Las principales redes sociales que actualmente manejamos todos con soltura son Facebook, Twitter, Google +, Youtube, Linkedin, Pinterest, y un largo etcétera. Su uso ya no es solo a nivel personal sino que también se da a nivel empresarial como recurso para el llamado marketing social y de contenidos. Este nuevo mundo, naturalmente, tiene sus reglas y características, y a ello nos dedicaremos en futuros posts sobre el mundo de Internet y su entorno.