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El placer de comprar y cómo dominarlo

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diccionario de marketing

Comprar por impulso | por Anticipo Contante

Tal y como su nombre indica, la compra por impulso se basa en la impulsividad. Se trata de esas compras que se hacen en el mismo momento en el que nos encaprichamos de algo que no habíamos pensado comprar. Son compras que se hacen sin pensar demasiado: porque algo nos ha encantado, porque sentimos que lo necesitamos o porque tiene un precio al que no nos podemos resistir.

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Cada día recibimos millones de mensajes que tratan de llamar nuestra atención para que compremos: coches, ropa, perfumes, viajes, etc. Una amplia gama de productos y servicios que nos enamoran y hacen que sintamos la necesidad de consumir. En este escenario es comprensible que a menudo caigamos en la compra por impulso y acabemos gastando más de la cuenta. Llegados a este punto, el mini préstamo puede ser la solución

Y este fenómeno es mucho más común de lo que nos pensamos. Una encuesta del Banco de Montreal de 2012, reveló que los canadienses gastan de media unos 2.688€ anuales en compras por impulso. Según refleja otro estudio de creditcards.com, 3 de cada 4 consumidores confiesan que realizan compras por impulso.

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Pero, ¿qué nos lleva a comprar sin necesidad?

Según Ryan Howell, profesor de psicología de la Universidad Estatal de San Francisco, el impulso de comprar es en parte un instinto de supervivencia. En la prehistoria, cuando nos dedicábamos a cazar y recolectar, si veíamos algo que queríamos, lo cogíamos, incluso si no lo necesitábamos, ya que era muy probable que no lo volviéramos a encontrar. Se trataba de una oportunidad única. En ese sentido, cuando vemos algo que se está acabando, también se activa nuestro instinto.

Hoy en día la escasez no es un problema. Sin embargo, las ofertas y sobretodo si son por un tiempo limitado, activan ese mismo instinto y nos hacen sentir que si no lo compramos ahora, lo perderemos para siempre. O al menos a un precio tan bueno.

Otro motivo que nos lleva a comprar por capricho es que nos hace sentir bien. Según Scott Rick, profesor de marketing de la Universidad de Michigan, esto sucede porque la decisión de compra hace que recuperemos el sentido de control sobre nuestra vida. Tomar la decisión de comprar o no comprar ayuda a algunas personas a sentir que tienen el control.

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Claro está que este tipo de “bienestar” puede terminar siendo mucho más costoso que otras actividades que también nos permiten restablecer el control. Arreglar los libros en una repisa, poner orden en nuestro trastero o clasificar prendas de ropa también pueden hacerte sentir mejor.

Cómo controlar la compra impulsiva

Por lo que vemos, dejarnos llevar por nuestro instinto y recuperar nuestro bienestar, podrían llevarnos a llenar la casa de titos que no queremos para nada. Así que llega el momento de poner freno y plantearnos hasta qué punto estas compras pueden perjudicar nuestras finanzas.

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Las compras por impulso pueden estar causadas por uno u otro motivo, pero siempre tienen un rasgo en común: no nos tomamos el tiempo necesario para pensar. Así que la solución es fácil: podemos evitar caer en la tentación de comprar con la ayuda de tres preguntas muy concretas que nos harán pararnos a pensar:

  1. ¿Realmente lo necesito?
  2. ¿Qué pasa si no me lo compro? ¿Puedo vivir sin eso?
  3. ¿En qué otras cosas podría invertir ese dinero?

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Además, otra recomendación consiste en esperar 24 horas antes de realizar la compra. De esta manera, puedes decidir con la mente más calmada si se trata de un capricho o de una necesidad.

Ahora que llegan las rebajas de verano y vemos anuncios de descuentos por todas partes, puedes tratar de poner en práctica esta táctica y evitar gastar más de lo que debes.

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Redacción de SOCIALetic.com + Textos en los que el autor del contenido no está registrado en el Diario de Noticias de Marketing, Publicidad, Social Media, Empresas & TIC

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