Incansable y sin dilación, la tecnología y sus avances nos conducen y seducen, hacia un mundo virtual que, por parecer lejano, no nos aterra ni causa rechazo como de forma natural pudiera ser…
Si, he dicho aterrar; pseudo-sinónimo de rechazo. Me explicaré partiendo de 2 ejemplos en clave de película, como fueron Blade Runner o la más reciente «Yo robot»; protagonizadas por Harrison Ford y Will Smith y escritas por Philip K. Dick (que se preguntaba «¿sueñan los robots con ovejas eléctricas?) e Isaac Asimov… ¿A quién no le causó rechazo en estas películas la idea de que el mundo fuera liderado por androides?
Bien, aunque lejos está el día en que el mundo pueda ser dirigido por estos robots (espero), como también está aparentemente lejano el día en que nos comuniquemos de forma telepática a través del pensamiento e internet como veíamos en este artículo http://www.socialetic.com/internet-y-los-ciborg.html, cabe destacar el sentimiento de rechazo, observado con los ejemplos de dos de tantas películas sobre el futuro y los robots, frente a la realidad en que todo «lo TIC» e innovación nos suele cautivar, motivar, animar y, en definitiva «gustar».
Claro, es diferente comprarse un móvil con el que «podemos comunicarnos por voz»; y preguntarle qué película dan en un cine determinado o navegar por gps hasta la dirección desconocida de un cine (continuando con mi hoy paradigma cinéfilo), que imaginar a un robot conduciendo un autobús…o el congreso de los diputados (tema del que prefiero evitar comparaciones).
O liderando el mundo…como en las películas antes citadas.
[smartads]
Bien, hecho ya este preámbulo que personalmente solo me genera la duda de cuándo pasará «eso», y habiendo en su momento ya presentado a Jibo (un simpático robot que les animo a conocer visitando http://www.socialetic.com/robots-en-tu-casa-jibo-07107.html), en esta ocasión destaco a Pepper, un robot también muy simpático y, posiblemente precursor de un anunciado fin de la raza humana según dictan las novelas y películas categorizadas de «Ciencia-Ficción». O igual no, ¿quién sabe?
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Como vemos en el vídeo, este es robot entiende de emociones, ya que si le hablamos enfurecidamente, o con palabras negativas ¡¡¡se pone a llorar!!!