Recibir correos electrónicos de tiendas donde previamente hemos comprado, de promociones de la empresa que nos provee la televisión por cable o de la universidad donde hemos estudiado, se ha convertido en algo común y habitual. Aunque para muchos puede ser una práctica molesta, es una modalidad con la que podemos contar dentro de nuestra estrategia digital, a fin de alcanzar los objetivos que hemos trazado para nuestra marca.
En el área se conoce como email marketing. Consiste en el envío de correos electrónicos a una base de datos de clientes, a los que periódicamente informamos sobre temas que consideramos de interés para ellos: ofertas, promociones, nuevos productos, mejoras de los ya existentes, comunicaciones de interés.
Esta herramienta no es la única que se puede aplicar cuando estamos desarrollando una estrategia aunque es parte importante de ella. La utilizamos bajo el concepto de campaña, lo que quiere decir que se establece por un tiempo. Su objetivo es fidelizar a los clientes, una de las apuestas clave debe ser mantenerlos como aliados y fanáticos de la marca, a fin de no perderlos.
Los riesgos que implican fenómenos como el spam (los correos que consideramos basura) y el phishing (correos fraudulentos enviados con el objetivo de que las personas llenen la información solicitada para después usarla para acceder a sus cuentas) hacen que las campañas de email marketing se piensen y se cuiden mucho. Ambos hechos tienden a afectar su efectividad.
Para tener éxito, hay que tener muy en cuenta algunos pasos que consideramos fundamentales:
• Base de datos. Es fundamental. En ella está la información del público objetivo al que realmente queremos llegar. Debe estar actualizada, bien organizada y, en especial, segmentada, de tal forma que no se envíe información a personas que no están dentro de la campaña, lo que se traduciría en una pérdida de esfuerzo, tiempo y eficiencia.
• Entrega. Hay que garantizar que llegue a las personas que definimos como objetivo. No es solo que lo tengan en su correo electrónico sino que esté en el lugar correcto de la bandeja, y nunca en el apartado de spam. Esto implica tener una buena estructura de envío y que supere las barreras que colocan los proveedores de servicio de Internet para lo cual se necesita que el remitente tenga una buena reputación digital.
• Asunto. Es fundamental. Es el primer elemento del correo con el que la gente entra en contacto. Debe existir (un correo sin esto se tiende a borrar), ser claro y preciso, por lo que mientras más corto, atractivo y de fácil lectura sea mejor.
• Mensaje. Debe ir acorde con el objetivo de la campaña, para facilitar la obtención de los resultados deseados. A la vez, debe estar muy alineado con lo que sabemos quiere o pudiera estar esperando el público objetivo. Debe ser claro, preciso, atractivo, directo, personalizado (si es posible) y pensado no desde la empresa para la gente sino como si alguien que forma parte de ese segmento de población lo hubiera ideado. Esto facilita la conexión tanto emocional como racional. Un elemento fundamental es el llamado CTA, “call to action” o llamada a la acción.
• Diseño. La imagen debe ser acorde a la identidad online y offline de la marca. Se debe identificar fácilmente la empresa con su logotipo. La presencia de imágenes e infografías es vital, pero debe guardar relación con el mensaje que se quiere transmitir. La belleza es muy importante pero lo es más que el mensaje llegue. Debe destacar la forma en la que el cliente debe contactar a la empresa en caso de interesarle lo que se le está comunicando.
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• Proveedor. Hay que asegurarse de que la plataforma desde la que se envíe sea de calidad.
Cumpliendo con estos elementos, habremos avanzando mucho en pos de alcanzar el éxito de la campaña de email marketing. Claro, si todo está alineado a una estrategia que responde a unos objetivos claros debería ser más fácil. Si a esto le sumamos una medición continua y una capacidad de reacción, el triunfo estará cerca.